lunes, 9 de agosto de 2010

Y DIOS ME HIZO MUJER


Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos, nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.

Gioconda Belli

COMO VEO YO EL MUNDO



¡Qué admirable y digna de atención es nuestra situación, la de los hijos de esta Tierra! Cada uno de nosotros sólo se halla aquí para cumplir una breve visita. No sabemos con qué fin, aunque… a veces creemos sentirlo. Desde el punto de vista de la vida cotidiana, y sin reflexionar con más profundidad, sabemos lo siguiente: estamos en la Tierra para los demás, y en primer lugar, para aquellos de cuya sonrisa y bienestar depende plenamente nuestra propia dicha. También existimos para los innumerables desconocidos con cuyo destino nos ligan y encadenan lazos de simpatía.

Todos los días pienso muchísimas veces que mi vida –exterior e interior- descansa sobre el trabajo de los hombres del presente y de los que ya no se encuentran entre los vivos, y que debo realizar un esfuerzo para retribuir en igual medida todo lo que he recibido y lo que sigo recibiendo. Experimento la necesidad de ser frugal, pero a menudo tengo la sensación –diríase apremiante- de que exijo de mi prójimo más de lo necesario. Considero injustificadas las diferencias sociales y que, en realidad, están basadas en la violencia. Creo también que sería conveniente para todos, y tanto para el cuerpo como para el espíritu, una vida exterior sencilla y sin mayores pretensiones.

No creo en la libertad de los hombres, tomándola en el sentido filosófico de la palabra. Cada uno obra y procede no sólo bajo una coerción exterior, sino también en la medida de ciertas necesidades interiores. La sentencia de Schopenhauer: “Aún cuando el hombre puede hacer lo que quiere, no puede, sin embargo, querer lo que quiere”, ha penetrado vivamente en mi espíritu desde mi juventud al verme en presencia de las exigencias de la vida y siempre me sirvió de consuelo, a la vez que de inagotable fuente de tolerancia. Este conocimiento suaviza el sentimiento de responsabilidad –que actúa en forma paralizadora- obrando en el sentido de convencernos de que no debemos tomarnos en serio nosotros no a los demás; lleva a una concepción de la vida que también permite en forma especial el humorismo.

Siempre me pareció insensato, desde el punto de vista objetivo, formularme preguntas sobre el sentido y la finalidad de mi propia existencia, así como la de los semejantes. No obstante, cada individuo abriga ciertos ideales que orientan sus tendencias y sus juicios. En este sentido, jamás me pareció que los placeres y la dicha poseyeran un fin ni tuvieran un objetivo (esta base ética la denomino también “ideal de una piara de cerdos”).

Los ideales que alumbraron mi camino y me infundieron alegre ánimo para vivir, fueron siempre el bien, la belleza y la verdad. Sin la sensación de estar de acuerdo con los que piensan de la misma manera, sin la ocupación de lo objetivo, de lo eternamente inalcanzable en el mundo del arte y de la investigación científiva, la vida me habría parecido vacía, desprovista de contenido. Los objetivos triviales de las tendencias humanas: la posesión de bienes, el éxito exterior y el lujo, me parecieron execrables desde mis años juveniles.

Mi apasionamiento por la justicia social y por las obligaciones del mismo orden, hallábase siempre en íntima contradicción y en pugna con la expresa carencia de necesidad en cuanto al trato y contacto inmediato con los hombres y las comunidades humanas. Soy un verdadero y auténtico Einspänner (viajero solitario), y no pertenezco por completo al Estado, ni al hogar, ni al círculo de amigos y ni siquiera al círculo familiar más estrecho. Experimento frente a todos estos vínculos, una sensación de extrañeza y la necesidad de soledad, de aislamiento –una sensación que va en aumento con el curso de la edad-. Siento agudamente –aun cuando sin comprenderlo- los límites que separan de la comprensión y del entendimiento con los demás. Bien es cierto que en tales condiciones uno pierde parte de su indiferencia y su despereocupación, pero en cambio se torna completamente independiente de las opiniones, costumbres y juicios del prójimo, y no cae en la tentación de colocar su estado de equilibrio sobre una base tan poco sólida.

Mi ideal político es la democracia; que cada uno sea respetado como individuo y que nadie sea idolatrado. Es en verdad una ironía del destino que se me haya manifestado y exteriorizado, precisamente a mí, tanta admiración, sin tener yo la culpa o el mérito para ello. El origen de tal sentimiento muy bien podría haber sido el deseo de muchos de comprender el par de teorías que formulé con mis débiles fuerzas y como fruto de un constante y continuo bregar. Y aunque sé que para lograr cualquier fin organizado es necesario que uno mismo piense, ordene y soporte la mayor parte de la responsabilidad, los dirigidos y gobernados no han de ser forzados, sino que deben tener libertad para elegir a sus dirigentes. Un sistema autocrático de violencia degenera –a mi juicio- en muy poco tiempo. La violencia atrae siempre a los moralmente inferiores y, de acuerdo con mi convicción, es ley que los tiranos geniales tienen como sucesores a los canallas. Basándome en ello, siempre fui un adversario apasionado de los sistemas como los que rigen actualmente [1931] en Italia y en otros países.

El hecho de que la forma democrática –que hoy día impera en Europa- haya caído en el descrédito, no reside en la idea fundamental de la democracia, ni hay que echarle a ésta la culpa de ello, sino que hay que atribuirla a la falta de estabilidad en las cumbres gubernamentales y al carácter impersonal de las eleccionees. Creo con firmeza que los Estados Unidos de la América del Norte han acertado en este sentido: tienen un presidente electo por un período suficiente, quien se hace cargo de una gran responsabilidad y cuenta con el poder necesario para ser efectivamente el portador de la misma. En cambio, aprecio en nuestra organización estadual la preocupación por el individuo, para el caso de enfermedad o de necesidad. Lo único verdaderamente valioso, según mi opinión, en el mecanismo de la sociedad humana, no es el Estado, sino el individuo creador, el individuo que siente, la personalidad: es ella sola la que crea lo noble y lo sublime, mientras que la multitud, en su calidad de tal, es torpe en el pensar, y no lo es menos en cuanto a sentir.

Hablando de todo esto, llego al peor engendro de la humanidad: el militarismo, que me es tan odioso. El que se siente en condiciones de marchar con placer, en fila, codo a codo, al son de la música marcial, ha recibido un cerebro grande sólo por equivocación, puesto que le hubiera bastado con tener únicamente la médula espinal. Este oprobio, la mancha que gravita sobre la civilización, ha de ser borrada para que desaparezca tan pronto como sea posible. El heroísmo a la voz de mando, la violencia irracional y el vano patriotismo ¡con cuánto ardor, con qué intensidad los odio! ¡Qué execrable me parece la guerra! ¡Me dejaría cortar en pedazos antes que participar en hechos tan abominables! Tengo una opinión tan elevada de la humanidad, que creo que ese fantasma hubiera desaparecido hace mucho si el sano criterio de los pueblos no se corrompiera sistemáticamente, por los intereses comerciales y políticos, por medio de las escuelas y la prensa.

Lo más hermoso de la vida es lo insondable, lo que está lleno de misterio. Es éste el sentimiento básico que se halla junto a la cuna del arte verdadero y de la auténtica ciencia. Quien no lo experimenta, el que no está en condiciones de admitir o asombrarse, está muerto, por decirlo así, y con la mirada apagada.

También la religión se basa en lo misterioso, aunque con una mezcla de temor. El conocimiento de que existe algo impenetrable para nosotros, de que hay manifestaciones de la razón, de la conciencia más honda y de la belleza más deslumbrante, accesibles a nuestra conciencia sólo en sus formas más primitivas; todo este saber, conocer y sentir, da origen a la verdadera religiosidad; en este sentido, y sólo en él, pertenezco a los hombres profundamentes religiosos. Pero no alcanzo a imaginar a un Dios que premia o castiga a sus criaturas, o que, en general, posee una voluntad semejante a la que observamos y sentimos en nosotros mismos. Tampoco me es posible concebir que un individuo sobreviva a su murte corporal; esta clase de pensamientos sólo pueden servir de alimento para las almas débiles, temerosas, o ridículamente egoístas.

A mí me basta con el misterio de la eternidad de la vida, con el conocimiento y el sentir de la admirable estructura de la existencia, con lo presente, así como con la abnegada tendencia hacia la comprensión y el logro aunque sea de la mínima parte de la Razón que se manifiesta en la Naturaleza.


Albert Einstein



LA LUNA SE PUEDE TOMAR A CUCHARADAS


La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas.
Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía.
Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo:
sirve para encontrar a quien se ama,

para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y las clínicas.

Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido,
y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver.
Lleva siempre un frasquito del aire de la luna para cuando te ahogues,
y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte y para los condenados a vida

no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.



Jaime Sabines



domingo, 8 de agosto de 2010

MANIFIESTO DE LAS OVEJAS NEGRAS


Pesando y midiendo actos, situaciones y hechos de la vida, y comparando algunos proyectos con sus resultados, es fácil concluir que generalmente los desafinados somos nosotros y no la vida o los proyectos o sus resultados; apenas nosotros, los pocos que obstinadamente insistimos en pedirle peras al manzano; los raros que no renunciamos a buscar hormigueros en el asfalto; los extravagantes que preferimos ser sordos en un discurso y mudos en un concierto, porque lo que realmente nos ocupa y preocupa son las pequeñas preguntas que desafían, y no las grandilocuentes respuestas que satisfacen.




Somos lo que habitualmente se define como verdaderas y abominables ovejas negras, y no tenemos vergüenza de confesar sin rubor que tal "acusación" nos honra mucho, ya que por temperamento y vocación preferimos cultivar ideas en el jardín del fondo de nuestra vida, a tener que envidiar los rosales que nos miran desde el jardín de nuestro vecino; optamos siempre por plantar un árbol en la esquina de nuestra propia verdad, antes que caer en la tentación de podar los que dan sombra al camino por el cual transita la verdad de nuestros adversarios; siempre elegimos cuidar el pasto que crece entre las estrofas de nuestro ideario o en las entrelíneas de nuestros fracasos, a tener que cortarlo para satisfacer el gusto ajeno; y principalmente, elegimos lavar y planchar nuestras viejas y maltrechas utopías - ésas que aún respiran y nos miran de reojo desde el fondo del cajón de las buenas intenciones - a tener que bajar los brazos y aceptar las órdenes perentorias y casi siempre sin sentido de esa déspota llamada Realidad; y vaya uno a saber qué más, aunque lo único fundamental e inaplazable es que todos tratemos de ser más felices de lo que merecemos y mucho menos infelices de lo que merezcamos, y nada más, ni nada menos.


Es imperativo desear que el tiempo nos enseñe a sintonizar con mayor precisión la frecuencia en que se transmiten los intereses del prójimo, y quien sabe, como premio, ese mismo tiempo haga que el prójimo sea un poco más tolerante cada vez que se enfrente a una idea que propongamos, a un pensamiento antagónico que manifestemos, o a una ideología diferente que defendamos, ya que por más que le demos vueltas, lo que todos estamos buscando son puentes y no precipicios; son temas que obliguen a pensar, y no distracciones que inviten a olvidar; son batallas dialécticas que forjen nuestro carácter, y no simples victorias que lo deformen.

En razón de lo expuesto proponemos:

1.- Que se suspenda el derecho del gris plomo a participar del arco iris.


2.- Que se degrade al Odio a la categoría de Antagonismo, perdiendo los beneficios que el grado anterior le concedía, como matar sin pedir permiso o pintar de sangre a las palabras y vestir de luto a los discursos.


3.- Que los dedos no más sean usados para apretar gatillos, ni las manos para clavar puñales, ni los ojos para matar mirando, ni la boca para escupir condenas, ni el verbo para sembrar desgracia, ni el dinero para comprar silencio.


4.- Que se prohiba morir por la Patria y se invite en todos los canales a vivir por ella.


5.- Que el discurso de las horas, de los días y semanas, de los meses y los años, produzca instantes repletos de gozo, minutos llenos de alegría, horas cargadas de placer, días plenos de sol, semanas húmedas de ternura, meses rellenos de mañanas, años teñidos de esperanza.


6.- Que se suspenda definitivamente el patrocinio comercial de todas las guerras por más o menos santas que sean, y que se de los fabricantes de la ignominia.


7.- Que se permita el regreso de la inocencia perdida, del injusto destierro al que ha sido condenada, y se la invite a ocupar el lugar de honor que le corresponde.


8.- Que nunca más florezcan muertos anónimos en los jardines de los cementerios clandestinos, y que jamás la desvergüenza vuelva a plantar desaparecidos en la conciencia de los pueblos.


9.- Que las bombas inteligentes se jubilen y se cubran de telarañas en los sótanos de los museos, y que los líderes nada inteligentes se marchiten y sus nombres se borren para siempre de las páginas de la Historia que ayudaron a manchar.


10.-Que la paz rompa las cadenas y que los puños cerrados se abran en manos extendidas hacia el otro, y que la verdad sea la dueña y señora de la última palabra.


BRUNO KAMPEL


LA EDAD MADURA


La edad madura no solo trae arrugas ,también trae experiencia por eso para uno, es más fácil hacer amigos verdaderos, sinceros y genuinos.

Para un adulto que se relaciona , cuentan mucho los gestos, las palabras, los silencios.
Para nosotros, por ejemplo, las lágrimas significan dolor, frustración, impotencia, etc., y nada más. Jamás serán cadenas que sujeten nuestra amistad.

Las confidencias, las agradecemos como signo de confianza pero no permitimos que nos conviertan en cómplices.

La amistad, mis queridos amigos, es una comunión de almas y espíritus , en la que se comparten confidencias ,puntos de vista, autobiografías , y sentires, por el puro placer de compartir.

La amistad tiene otra perspectiva para nosotros, amamos lo que hacemos y es muy raro que nos engañemos, por esa razón somos mas selectivos a la hora de hacer amigos. Y no porque queramos, sino que, por la misma experiencia, encontramos a nuestros iguales, somos transparentes para los que son como nosotros.

Por eso el ciberespacio no nos limita, ya que sin querer damos con ellos. La amistad es el primer paso de la convivencia, hacemos amigos desde nuestra niñez , y con el transcurso de los años, estos han compartido una parte de nuestra vida, y así junto con los nuevos años, viene nuevos amigos.

La amistad es el mejor remedio para la soledad, para la incomprensión, cuando éstas aparecen en nuestra vida, por alguna razón.

Cuando se tienen amigos, jamás llegaremos a morir solos, porque muchos nos despedirán, y otros tantos nos estarán esperando.

EL MUNDO DE LAS AMIGAS





El mundo de las amigas es importante, necesario, peligroso y difícil. Está cuajado de frivolidades, desencantos, vanidades, rivalidades y conveniencias. Hay que aprender a seleccionar para manejarse en él.

Ese mundo de la amistad es el arte de enlazar las almas, unas con otras, de conocer sombras y luces detrás de los seres humanos, de ensanchar nuestras capacidades, de fortalecer nuestra resistencia y de entregarnos de un modo incondicional.

La amistad es un sentimiento hermoso, un maravilloso misterio y, en última instancia, un designio de Dios.

La amistad abarca toda la gama de la vida, todos los tonos del alma, todas las cuerdas del corazón. Pero tiene distintos grados, distinta profundidad, distinto material y distintos matices.

Está la amiga que, si las pasas por alto, se resiente. Con el menor airecillo cree que molesta. La palabrita que no halaga, se la apropia. En todo hay otra intención y en todo hay una indirecta. En vez de abrir el alma, decir su verdad y encender su luz, se retrae. Uno vive al acecho, en tensión, a la expectativa, sin saber cuándo ni por donde va a estallar la tempestad.

Son amigas de cuidado, de vigilancia, de superficie. ¡Estar con ellas es un esfuerzo agotador!

Hay amigas a quienes les gustar enterarse de todo, pero no dan el frente. “La deja caer a ver qué dicen las demás.” No se definen, no dan opinión, no concretan nada. Viven envueltas en la sombra, en el anonimato… pero sacando a relucir el tema cada vez que pueden para dar pie a que las demás critiquen y censuren. Es muy sutil para tirar palabritas, para dar a entender y para levantar sospechas. Sondea tu intimidad, te quita espacio ¡y te altera la vida!

Son amigas de “pronósticos reservados”.

Zenaida Bacardí de Argamasilla

DESEOS DE MUJER



Yo quiero ser una mujer, consciente del privilegio y milagro de la vida... de sentir que tengo todo el derecho a VIVIR y disfrutar lo que ella me ofrece...

Yo quiero ser alguien, para agradecer y retribuir, todas les bendiciones que Dios me ha dado…

Yo quiero ser FELIZ siendo yo misma, sin máscaras, sin sentimientos de culpa, conforme a mi vocación, a mi misión y a mis sueños…

Yo quiero tener el coraje de ser y sentirme libre, para elegir mis caminos, vencer mis miedos y temores, y asumir las consecuencias de mis actos...

Yo quiero tener alegría para reír, para hacer y recorrer mi camino a la felicidad, para sentir la energía de VIVIR plena e intensamente…

Yo quiero sentir, ser una mujer COMPLETA, amarme, reconocer que soy única, irrepetible e irreemplazable; que valgo, porque han instalado en mí, una LUZ divina y porque en mi interior hay mucho para DAR…

Yo quiero hacer conciencia, de que nadie puede lastimarme, a menos que yo lo permita; que nadie puede agredirme porque no lo merezco...

Yo quiero ser LUZ para mi SOL, mi familia y mis hijos, porque así, les ayudaré a crecer, sin miedos y con responsabilidad.

Yo quiero dejar de ser y sentirme víctima, para retomar o tomar por primera vez en mi VIDA, la capacidad de autogobernarme, de ser protagonista de mi historia…

Yo quiero AMAR el presente, elegir el futuro y luchar para hacerlo, con el corazón sin renunciarme, ni cansarme jamás…

Yo quiero recordar el pasado, pero no vivir en EL, para aprender a no cometer los mismos errores.

Quiero soñar con un futuro brillante, lleno de estrellas; sin dejar de vivir y disfrutar mi presente, teniendo plena conciencia, que lo único seguro, es el hoy, el aquí y el ahora…Yo quiero perdonarme mis errores, mis culpas, mis caídas y liberar la carga, para hacer más liviano mi caminar, hacia una VIDA NUEVA…

Yo quiero, todos los días de mi vida, en esta dimensión, agradecer cada instante de aliento, cada sonrisa, cada lágrima, cada amigo que me ha dado la mano en mi peregrinaje; cada experiencia vivida, que me han hecho SER quien soy, con mis defectos y virtudes.

CUANDO SEAMOS GRANDES


Cuando seamos grandes, no nos olvidemos que para las noches se hicieron los cuentos, y los reyes magos, y los duendes buenos; que sólo hace falta cuando llega el sueño tener bien a mano la voz de un abuelo.

No nos olvidemos que en una vereda cabe un mundo entero, de risas y ruedas, que no hay mar tan nuestro como el de la acequia, que con dos pedales de una bicicleta lo que queda lejos siempre queda cerca.

No nos olvidemos de las maravillas que guardan adentro, las cosas sencillas, los viejos cajones, la flor, la semilla.
La vida es un viaje y es cuestión de vida sentarnos al lado de la ventanilla.
Cuando seamos grandes va a ser muy bonito tener como amigos a los animalitos y gritarles cosas y entender sus gritos, y explicar los vuelos por el infinito... (los grandes no entienden a los pajaritos).

No nos olvidemos cuando seamos grandes que un beso es un modo de quedarse en alguien, que siempre es horario para acariciarse, que el amor es todo, que ternura es madre, que hay que estar temprano cuando se hace tarde.

Cuando seamos grandes no nos olvidemos de la fantasía, del sol y los juegos, y los cumpleaños, y el circo viajero, los payasos tristes, los muñecos buenos, la hermosa costumbre de decir:¡TE QUIERO!

MIENTRAS ESTÉS VIVA, SIÉNTETE VIVA


Siempre ten presente que la piel se arruga

el pelo se vuelve blanco,

los días se convierten en años.....

Pero lo importante no cambia,

tu fuerza y tu convicción no tienen edad.

Tu espíritu es el plumero de cualquier telaraña.

Detrás de cada día de llegada, hay una partida.

Detrás de cada logro, hay otro desafío

Mientras estés viva, siéntete viva.

Si extrañas lo que hacías, vuelve hacerlo.

No vivas de fotos amarillas.....

Sigue aunque todos esperen que abandones.

No dejes que se oxide el hierro que hay en tí.

Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trota.

Cuando no puedas trotar, camina.

Cuando no puedas caminar, usa el bastón...

! Pero nunca te detengas !


(Madre Teresa de Calcuta)



A CIERTA EDAD


Dicen que a cierta edad las personas nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida declina y que nos volvemos inexistentes para un mundo en el que sólo cabe el ímpetu de los años muy jóvenes, las figuras delgadas y espectaculares...

Yo no sé si me habré vuelto invisible para el mundo...
Es muy probable, pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora, nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y nunca disfruté tanto de cada momento de mi existencia.

Descubrí que no soy un príncipe de cuento de hadas. (¡¡Por suerte!! debe ser muy aburrido)
Descubrí al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y sus grandezas.
Descubrí que puedo permitirme el lujo de no ser perfecto, de estar lleno de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las expectativas de los demás.

Y a pesar de ello.... ¡quererme mucho!

Cuando me miro al espejo ya no busco al que fui... Sonrío al que soy...
Celebro la posibilidad de elegir, a cada instante quien quiero SER,
me alegro del camino andado, de la experiencia que me dieron estos años.

Asumo mis contradicciones. Valoro lo recorrido.
Tan mal no me fue... ¡Estoy acá!
¡Qué bien vivir sin la obsesión de la perfección!
Después de todo cuando decidí, que no quería la perfección, comencé a accionar y a alcanzar objetivos, como bajar esos casi 45 kilos que tanto pesaban en mi vida!

¡Qué bien no sentir ese desasosiego permanente que produce correr permanentemente buscando que todos te quieran!

¡¡¡Qué bueno está empezar a quererse y respetarse uno!!!

¡Qué maravilloso reconocer que la felicidad está tan cerca nuestro, tan relacionada con nuestras búsquedas y nuestros mágicos encuentros interiores!

¡Qué suerte haber comprendido que la magia y el poder no están en el afuera, sino en mí!